Bueno tenía algo dejado este blog pero dado que no soy la misma persona que hace unos meses y que creo que en cierto punto he ganado, en lo que a perspectiva se refiere, en algunos aspectos, me apetecía compartir nuevas impresiones con vosotros.
¿Y que ha cambiado de hace unos meses hasta ahora? Pues casi acabaría antes diciendo lo que sigue igual. El país, las personas, mis personas, mi persona... y claro, con tantísimo cambio, que yo no sufriese alguna variación era harto improbable. Y de todo este tiempo, creo que lo mejor que he aprendido es pensar. Y es ahí donde empezamos hoy.
PENSAR. Seis letras que a menudo intentamos asumir demasiado rápido sin pararnos un segundo a mirarlas desde la izquierda, desde la derecha, desde arriba, desde abajo... Solo hay una forma de pensar. Sin embargo hay miles de maneras de proyectar lo que pensamos. ¿A que se reducen esas seis letras? A comparar lo que tu sabes, con lo que otros saben para deducir quien "sabe" mejor. Muchas veces he puesto en duda la figura de los filósofos. Principalmente porque creen que ellos piensan más o mejor que el resto, cuando no es así. Se suelen referir a ellos como "Los Grandes Pensadores" cuando no piensan más grande que un niño cuando empieza a ser consciente de que tiene esa capacidad. Y entonces vengo yo aquí y desmonto la parafernalia de la filosofía en un par de líneas. No. Tranquilos admiradores de Platón, Aristoteles, Hume... No seguís a unos farsantes, tan sólo... a unos grandes comunicadores.
Tras esta introducción pseudoteórica, quiero particularizar un poco más en cada uno de los estáis al otro lado de la pantalla. ¿Hace cuanto que no os paráis a pensar? No me refiero a los negligentes veinteañeros que un día se preguntan eso de ¿Quien soy?¿De donde vengo? y ¿A donde voy?, por regla general una tarde de domingo post-examenes. Me refiero a pararse a pensar en lo que sentís. Y claro con esto se os vendrá a la mente el sentimiento posiblemente más intenso que creéis haber experimentado. Y no, no son las ganas de mear después de la decimoquinta cerveza. "C'est l'amour''.
Y bueno supongo que seguido de esto, a lo que le daréis vueltas será o a vuestra pareja actual o a una pasada... Y claro ahora tocarían esos momentos malos, algún que otro bonito... Nah, olvidaos. Eso no es pensar. Como mucho es recordar, o analizar en el mejor de los casos. Cuando os invito a que penséis me refiero a cosas tan simples como lo que sientes al abrazarle, al mirarle a los ojos o algo todavía más simple: cuando ese alguien no está.
La mejor forma de apreciar lo que tenemos, lamentablemente, es cuando lo dejamos de tener. Pero digamos que en estas situaciones entra la parte de proyección en escena. Porque tu no quieres más a alguien cuando estás con el, ni menos cuando no lo estás. Lo que cambia es la manera de proyectar lo que pensamos. Porque si cuando dejas de ver a alguien te das cuenta, por obra misericordiosa, de que no lo querías, siento decirte que llevabas tiempo engañándote a ti mismo, Y solo hay una cosa peor que esa, y es engañar a quienes te importan.
Si, puedes estar confundido. Si, puedes pensar mal. Pero lo que sentimos esta ahí, queramos o no verlo. Lo único que conseguiremos luchando contra ello es perder el tiempo y, con él, las ganas de pensar.
Uno de esos "Grandes Pensadores" de la historia, como fue W.Shakespeare, dijo una vez:
"No hay nada en el mundo malo ni bueno. Es nuestro pensamiento el que confiere esa cualidad."
No le faltaba un ápice de razón. La vida nos ha conferido la posibilidad de pensar. Pero como con todo obsequio o descubrimiento, no siempre la capacidad corresponde con la virtud. Es decir, que podamos pensar no implica que lo vayamos a hacer bien siempre. Si la vida no estaba suficientemente plagada de obstáculos, la decisión de proyectar tus pensamientos en la dirección correcta desde luego no es una facilidad para evitarlos.
Llegará el día en que tras un tiempo pensando nos demos cuenta de lo que de verdad no hace felices y de lo que jamás querremos perder ni por un segundo. En el que nos sopesemos en nuestra balanza todas nuestras experiencias y decidamos si merecemos a ese alguien y. más difícil todavía, si estamos dispuestos a hacer que el o ella nos merezca. Pero como un sabio, de cuyo nombre no quiero acordarme, arengó; hoy no es ese día. Así que vivid, disfrutad, conoced pero, sobretodo guardad siempre un hueco para esas seis letras.